Reseña crítica: "Estamos en aguas profundas, Watson" exclama Holmes (un Reginald Owen de físico totalmente opuesto al Holmes literario e incluso del contemporáneo Arthur Wontner) luego de aceptar el encargo de una irrespetuosa viuda (Doris Lloyd) que afirma que su esposo se suicidó y legó todo su patrimonio a un tal Mr. Merrydew (Alan Dinehart), bien establecido abogado que conduce una especie de asociación al borde de lo legal compuesta por seis misteriosos y paranoides individuos. A diferencia de lo habitual para un film de Holmes de la época, en vez de comenzar con un asesinato, el film abre con el descubrimiento de un cadáver en el compartimento de un tren. La policía cree que fue suicidio pero... habiendo una herencia a repartir, es claro que fue homicidio. Con velocidad propia del cine de Hollywood, los miembros de esta logia comienzan a caer como moscas. El asesino les envía mensajes con unos versos que van preanunciando sus decesos: cualquiera relación con la famosa novela "Ten Little Niggers", tengan en cuenta que Agatha Christie la publicó recién en 1939. Holmes tiene su encuentro con el arrogante Merrydew donde ambos se dan a conocer y se estudian como dignos adversarios. Más tarde se caracteriza para obtener información de un cochero borrachín (Billy Bevan) y de una ama de llaves (Leila Bennett), ambos ofreciendo sutiles pasos de comedia -que Hollywood juzgaba necesarios hasta en sus films de terror. Pero como a medida que pasan los días va aumentando dramáticamente el número de cadáveres, Holmes debe apresurarse en desentrañar el código de unos mensajes claves que aparecen publicados en el periódico en pos de proteger no solo los intereses sino la vida de la hija de la primera víctima, la joven Eileen Forrester (June Clyde). Su contrafigura - segunda en los títulos de crédito - es la enigmática Sra. Pyke (la norteamericana de ascendencia oriental Anna May Wong, símbolo del exotismo hollywoodense de la época Pre-Code y también poseedora de un timbre de voz aterciopelado pero también viril). La trama no tiene punto de contacto con el famoso primer título en que Conan Doyle presentaba al personaje de Sherlock Holmes, a la sra. Hudson (la anciana Tempe Pigott) se le asigna un desempeño menor, se extrañan esas típicas ironías entre Holmes y Lestrade (Alan Mowbray) y la interacción con Watson es mínima. Pero frente a todas esas complicaciones, el acierto de elegir un elenco de mayoría de intérpretes británicos (Owen no tendrá el aspecto de Holmes pero su acento da en la tecla) y la construcción de una trama bien balanceada, responsabilidad del gran Robert Florey, poblada de crímenes, persecuciones en la sombra y un desenlace en que el asesino resulta ser quien uno menos lo espera, termina por revelarse en uno de los Holmes más estimulantes, si bien no acorde al canon, pero no por ello menos dinámico o climático de la época anterior Rathbone. [Cinefania.com]
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