Reseña crítica: Tras acertar una increíble sucesión de plenos, el sugestivo Davos (Anton Diffring) atrae la atención del Coronel March (Boris Karloff) en un casino francés. Y como donde hay alguien que gana, siempre hay alguien que pierde, en este caso un turista norteamericano (un jovencísimo Arthur Hill), ahoga sus penas en la barra. Davos se acerca y le ofrece ganar una suma monetaria que equipararía sus recientes pérdidas. Que sí, que no, el americano accede y recibe una tarjeta con la dirección de un médico, donde debe ir a cierta hora de la noche. Al llegar al lugar encomendado, el propio Davos se le adelanta y, tras escucharse un alarido, el joven perdedor descubre el cadáver de Davos apuñalado por la espalda sin rastros de ningún agresor. Al abrir la puerta de su consultorio, el médico en cuestión (John Chandos) y una paciente (Christine Pollon) se encuentran el cuadro de transeunte casual y occiso. Los gendarmes, naturalmente, optan por llevarse consigo al americano. El inspector a cargo es el inefable Goron (Eric Pohlmann), que entiende el relato de inocencia de su sospechoso pero no puede desatender las evidencias incontrastables. La única chance es regresar al casino, donde el joven afirma haber sido visto por un testigo (el propio March). Responsable del Departamento "Casos Inusuales", March tiene una mente abierta y cree descifrar que Davos utiliza precognición para acertar a la ruleta. Esta tendencia a encontrar explicaciones aparentemente irracionales para casos cuasi ilógicos es la que le permite resolver este caso de manera ingenua y hasta naïf sí, pero no por ello invalidando el delicioso desarrollo, sus intercambios con el colega francés y los breves intentos de acercarse al elusivo Davos. [Cinefania.com]
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